Dictadura de Primo de Rivera: Texto, audio y vídeo.

El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado desde su puesto en Barcelona. Contó con el placet del Ejército y del propio rey Alfonso XIII:

Al país y al Ejército
“Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. Con frecuencia parece pedir que gobiernen los que ellos dicen no dejan gobernar, aludiendo a los que han sido su único, aunque débil freno, y llevaron a las leyes y costumbres la poca ética sana, el tenue tinte moral y equidad que aún tiene, pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión.
“Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas, que, sin poner remedio a nada, dañan tanto y más la disciplina que esta recia y viril a que nos lancemos por España y por el rey.
“Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar, los días buenos para que la Patria preparamos. ¡Españoles! ¡Viva España y viva el rey!
“No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano le manda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernantes, agentes de autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación de moneda, francachela de millones de gastos reservados, sospechosa política arancelaria por la tendencia, y más porque quien la maneja hace alarde de descocada inmoralidad, rastreras intrigas políticas tomando por pretexto la tragedia de Marruecos, incertidumbre ante este gravísimo problema nacional, indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo; precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista impiedad e incultura, justicia influida por la política, descarada propaganda separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades, y..., por último, seamos justos, un solo tanto a favor del Gobierno, de cuya savia vive hace meses, merced a la inagotable bondad del pueblo español, una débil e incompleta persecución al vicio del juego.

Barcelona, 13 de septiembre de 1923. Miguel Primo de Rivera.

El periodo en que Primo de Rivera ejerció el poder en España, durante el cual se suspendió la vigencia de la Constitución de 1876, ha quedado dividido por la historiografía en dos etapas: la del Directorio Militar (1923-1925) y la del Directorio Civil (1925-1930), diferenciadas ambas por los dos gobiernos distintos designados por él.

En el primero el personal pertenecía al ejército, y se suponía de caracter transitorio ante los males que asolaban el país. En aras del control social sacrificó el sistema democrático mediante el uso de la censura de prensa, la persecución política o el cierre del Parlamento. Fue perseguida también cualquier manifesación de los nacionalismos. El acto exterior más destacado de estos años fue el desembarco de Alhucemas, que dirigió personalmente en septiembre de 1925.

El segundo fue un intento de institucionalización del régimen a través de un partido político previamente creado, la Unión Patriótica, y una serie de instituciones (Asamblea Nacional Consultiva, Organización Corporativa Nacional...) ajenas al parlamentarismo y cercanas al corporativismo fascista.

En el campo hacendístico y de obras públicas es dónde el régimen consiguió sus mejores bazas. Calvo Sotelo logró aliviar la deuda pública y monopolizó algún sector clave: petróleo (Campsa) y telefonía. En obras públicas, al calor de la bonanza económica, se ampliaron y mejoraron carreteras, puertos y regadíos. Estas reformas fueron, sin embargo, truncadas en sus expectativas con el estallido del crash bursátil de Wall Street en 1929. Además supusieron un enorme gasto público que era falseado en los presupuestos.

La cuestión social pretendió ser resuelta mediante el corporativismo, estableciendo una única asociación (Organización Corporativa Nacional, con participación de la UGT) y a traves de los comités paritarios, donde estarían representados los trabajadores y los empresarios.
La oposición a la dictadura se acrecentó. Provenía tanto de intelectuales (Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, Fernando de los Ríos o José Ortega y Gasset, por citar a cuatro de los más significativos), como de estudiantes, políticos de casi todas las tendencias, sindicalistas y militares.

Primo de Rivera presentó al rey Alfonso XIII su renuncia el 28 de enero de 1930, dejando tras de sí todo un cúmulo de problemas irresueltos.

AUDIO ORIGINAL:



VÍDEO SOBRE LA ECONOMÍA Y SOCIEDAD DEL PERIODO:

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